Filosofía

Los momentos perdidos los podemos recuperar, ya que merece la pena vivirlos y después retratarlos como si fuese ayer para poder disfrutarlos al máximo.

viernes, 9 de enero de 2015

Otoño

Me quedé esperando, encogida por el frío y con el precioso anhelo del Otoño. Quedé enfrascada mirando al infinito, a ver si me podías a atender, porque tenías demanda en ese mismo momento. Estaba preparada para lo que te iba a decir y estaba acongojada por lo que podía percibir. Parpadeaba sin parar por si no te veía todavía, haciendo que mis manos empezaran a tocar percusión en ese parque que te esperaba, dando así tempo con mi pierna para seguir todavía alerta de lo que pudiera suceder.

No entendí muy bien como sucedió, pero una hoja callo lentamente hacia mi cabeza, rozó mi pelo y después acarició mi cara para alertarme de que ya estabas allí. Tú comenzaste con un: "Adelante", en ese mismo momento se nublaron las luces tan llamativas que tenía enfrente de mí, y me hiciste un amago con la mano para proseguir. Los pensamientos se me acumularon y no era capaz de decir nada, no sabía que preguntar, aunque ya tenía todo redactado... No me salió otra palabra más que: "Por qué?". Él lo comprendió enseguida y note un suspiro que removía toda su conciencia para buscar respuesta, ya que parecía que él tampoco podía darla. Al armarse con valor, decidió decir: "No sé el porqué, pero sí sé el cómo. Puedo seguir lamentando por vosotros o vosotros recapacitar de lo que está llegando. Quiero pararos pero estáis sordos, ciegos y vacíos. Estoy escuchando, pero no sé cómo responderos. El tiempo prosigue y no está en mi mano poder retroceder." Yo le miré a los ojos y él me devolvió la mirada, con el corazón en la garganta y las manos temblando, de lo nerviosa que estaba. Empecé a tartamudear y las palabras no me salían, lo quise intentar de nuevo pero fracasé otra vez. Él me tocó el hombro y me dijo: "Tengo tiempo, no desesperes." Yo respiré hondo y me paré para que la mente se pudiera calmar... "Esas Alas ya quieren empezar a volar, ten cuidado con ella eres tu quien las debe controlar". Me sonrió y yo eche la mano para atrás para poder llegar a tocarlas, no sentí nada pero notaba como revoloteaban. Tenía razón, no paraban de moverse. "Corremos tanto? Cómo podemos ser tan necios? Cómo podemos controlarlo?" Le miré a los ojos y el miró a sus pies, después alzó la cabeza y cruzó las manos. Exhaló una bocanada de aire y contestó seguro: "El cómo, es el que perjudica. El actuar es el que nos aterroriza. El lamentarnos es el que no nos despegamos. El vacío en nuestras cabezas es la inteligencia. Pero el correr,,. En vuestras manos está ralentizar todo esto y pararos a meditar con todo lo que con ello conlleva." Yo hice lo mismo que él, me miré a los pies y los empecé a mover de un lado para otro, para poder seguir preguntado, y a la vez recapacitando de todo lo que estaba diciendo sin titubear. "Yo, yo te doy gracias por todo." Él me miró. "Por lo que me das cada día, por lo que tengo a mi alrededor. por la conversación que estamos teniendo, por lo sabía que me vuelvo al poner todo mi esfuerzo, por como soy y por ti, por tenerte a ti y a los que me protegen." No podía apartar los ojos del suelo y de mover los pies. Me volvió a parecer el congojo en la garganta y esta vez se me llenaron los ojos de lágrimas. "Pido perdón por si he ofendido en algún momento." Él me siguió mirando con cara dulce, aunque yo le ignoraba. "No quiero que me des todo, porque hay gente que necesita de cada uno, una cosa. No sé, tenía tantas cosas que decirte y ahora solo tengo estas en mente..." Me quedé pausa y pensativa, pero de repente añadí: "Quiero que les des un beso a todos de mi parte." Él me volvió a coger el hombro y me dijo: "No cambies. No creas que no sé todo, sé todo lo que tienes, pero todas las preguntas a su tiempo. Sabes que siempre estoy ahí, y eso lo sabes. Habla sin temor, siempre escucho a todos. Y recuerda que siempre te responderé.


Le miré, se desvaneció y noté otra vez la hoja como me acariciaba la cara e iba enfocando las luces que tanto me maravillaban. En ese mismo instante recordé otra vez todo lo que le tenía previsto decir y me emocione al saber que por fin me había contestado, aunque no fuera siempre él, yo sabía que era él.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario